
Bartleby & Samsa (el copista y la cucaracha)
Samsa abrocha elastiquines.
Samsa tiene miedo a las cucarachas y a los sistemas sanitarios.
Samsa sella todo con tinta y lisoform, toma kilos de café mal molido y ya está listo para enviar mil atentos mails. Se dirige a mil “Me dirijo a usted” y firma con la patita.
Bartleby quiere hablarte, quiere acercarse a vos, pero sólo sabe duplicar voces. Copia palabras que ya ha copiado millones de veces. Cuando te callás: te copia, te tipea, te define. Quiere dirigirse a vos con palabras desglosadas, abiertas en sus múltiples referencias. Te dice, de decir esto, dicho con verborragia enciclopédica. Prefiere no nombrar en su poesía de código, pero dice (de decir).
S. podría ser amigo de B. pero eso es impensable porque carece de tiempo y B. de palabras. Entonces abrocha elastiquines y hace largas listas de tareas. B. las copia prolijamente, las tipea (porque su letra manuscrita es como la de una niña torpe).
Propuesta curatorial
El copista y la cucaracha / Bartleby & Samsa
Gregorio Samsa (La metamorfosis de Franz Kafka) y Bartleby (Bartleby el escribiente de Herman Melville) son los personajes que se han tomado como figuras alegóricas de esta propuesta curatorial.
Samsa representa a la producción de S. González quien desarrolla el concepto del hastío causado por el trabajo mecánico de la oficina. A través de la instalación y la acción en vivo presenta un caos sistematizado que le permite enunciar sus deseos solapados, sus palabras ocultas, su mezcla de creencias y su imposibilidad de expresión dentro del mundo administrativo. A lo cual responde con una explosión creativa donde los elementos de la oficina se reorganizan según un criterio subjetivo y mordaz. A su vez González se asume como Samsa dentro de este peculiar sistema burocrático, se propone como un NN y se burla de su condición para poder liberarse de sus propios límites, a modo de exorcismo creativo.
Bartleby representa a la propuesta de M. Mattar por su carácter de absoluta introversión. Es un escribiente copista del cual se intuye un complejo mundo interno, a pesar de no expresarlo con palabras propias. No tiene palabras y eso lo convierte en una manifestación extrema de soledad, imposible de comunicar a través del habla, pero sí muy evidente en su negación. Mattar desarrolla un sistema de construcción de una poesía secundaria que surge del desglose en definiciones de una poesía primaria. Construye y deconstruye a una poesía que justamente habla de la imposibilidad de la comunicación. Despliega toda una arquitectura textual con palabras copiadas, definiciones extraídas de un diccionario, para llevar el lenguaje a límites absurdos y negar la comunicación directa. La relación entre Bartleby y Samsa, entre Mattar y González, está dada a través del lenguaje y de los deseos de comunicación que de alguna manera se encuentran vedados. En las dos obras se registran dos formas de comunicación distintas y a la vez similares. Unas es un caos de oficina pululada de elementos narrativos y la otra es un sistema ordenado para la construcción de una poesía que por sus desmembramientos resulta otro tipo conceptual de caos.
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